La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

miércoles, 7 de octubre de 2015

Busto de Adolfo P.Carranza por G.Eberlein






Un poco de historia contextual del lugar de ubicación del busto y de quien ha sido representado al modo "romano"

El busto se ubica en la "loggia" italianizante de la antigua Quinta de Lezama, sede del Museo Histórico Nacional (monumento histórico nacional declarado en 1997)

Ahí va la historia: luego de la batalla de Caseros se percibe la necesidad de construir un relato acerca de nuestra historia nacional que diera, precisamente, soporte a ese proceso adveniente de Organización de la Nación Argentina en el plano político y constitucional. La historia aparecía, pues, como un factor narrativo de unidad y de identidad "nacional", frente a los relatos disgregantes localistas.
Por otra parte, la llegada aluvional de inmigrantes y la amenaza cultural que las élites vernáculas veían en aquellos contingentes tan diversos, planteaba un factor adicional de fortalecimiento de la identidad colectiva,  con aclames en un pasado vinculante y glorioso.

Principalmente Vicente Fidel López y en mayor medida Bartolomé Mitre construyen un imaginario histórico donde juegan su papel los réprobos del pasado (es decir, Rosas y los caudillos del interior y de la Banda Oriental) y los elegidos. Estos últimos pasarán a integrar un "panteón de héroes" casi divinos y de distinta jerarquía empírea.

En ese marco de búsqueda identitaria colectiva a través de relatos heroicos y de tributos funerarios, un decreto del Intendente Seeber de la Capital (1889) creó el Museo Histórico, que comenzó a funcionar en 1890 como institución municipal, y que se nacionalizó en 1891.

Aparece en escena su fundador y organizador: el joven abogado, diplomático e historiador Adolfo Pedro Carranza, perteneciente a las clases principales del país e identificado con las orientaciones historiográficas "rupturistas" de nuestro pasado, que planteaba Mitre.

Su actividad fue, desde el comienzo, intensa, apasionada y patriótica. Concibió la idea de concentrar en un mismo sitio las "reliquias patrióticas" que se hallaban dispersas en manos de familiares y descendientes de próceres. Se trataba, sin duda, de auténticos "semióforos", de objetos mediadores entre aquel pasado ejemplar y un presente optimista y triunfal.

Hasta llegó a incluir en aquel programa concentrador de piezas en un mismo relicario edilicio, un "panteón nacional" con los huesos y las cenizas de los próceres...

Superando dificultades económicas y cambiando de sede (calle Esmeralda y, luego, en el Jardín Botánico), en 1910, el año del Centenario, logró la mudanza a la casona del Parque Lezama, donde, también, instaló su vivienda.

Carranza no sólo rastreó, pidió y obtuvo una infinidad de objetos que concentró y exhibió en el Museo; también desarrolló la incipiente iconografía histórica argentina, las visitas escolares y la difusión de temas históricos a través de la Revista del Museo;  e integró numerosas y activas comisiones de homenaje patriótico y monumental.

El busto que hoy te muestro, ejecutado en mármol de Carrara es, según una tradición, un obsequio que le hizo el escultor Eberlein, seguramente agradecido por la encomienda de diversos monumentos de próceres y gestas que Carranza propició muy especialmente en tiempos del Centenario.

Como te decía al comienzo, Carranza fue representado al modo "consular" de la antigua Roma, acentuando de este modo el tradicionalismo  y el patriotismo del homenajeado, en linea con las virtudes cívicas de los romanos, asumidas por el ideario de la Revolución Francesa y, entre nosotros, por la generación de Mayo. Una semántica neoclásica,  tardía para la época, pero resemantizada en las vísperas del Centenario y bastante efectiva en su expresión plástica.