La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

jueves, 3 de diciembre de 2015

Los Papas y las Artes: antes y ahora...



Un exabrupto del cardenal Bergoglio al comenzar su pontificado como Francisco, acentuó el contraste con sus más remotos antecesores La anécdota fue, más o menos, así: Bergoglio decidió, a último momento, no asistir a un concierto en su honor,  con ocasión del Año de la Fe, en el Aula "Pablo VI". Según la versión oficial del prelado organizador, debió atender un "empeño urgente e improrrogable"  (sic). Habría permanecido "trabajando"  (sic) en su alojamiento de la Casa Santa Marta. Lo cierto es que los círculos más cercanos a Francisco, estuvieron complacidos en recalcar "que el Papa no es un príncipe del Renacimiento" (sic).
Sin dudas, Bergoglio no es un príncipe renacentista...ni barroco, ni neoclásico...Nada más alejado del pulchrum atque decorum principesco que la figura de Bergoglio.
Pero, más allá del desplante implícito ( y explícito) en el gesto del homenajeado y en la frase de sus adlatere  Bergoglio parece ignorar (aunque sin duda no lo ignora) que el Papado es, entre otras cosas, una representación simbólica ligada a periodos concretos y brillantes de la historia cultural de Occidente. El Renacimiento y el Barroco (o la Contrarreforma) son dos de ellos, de fuerte registro semántico y dynamis constructiva de esa identidad histórica.
Se me ocurrió oportuno comparar la actitud de Bergoglio con el esfuerzo munífico de algunos de sus antecesores en favor de las artes; en particular, en cuanto atañe a nuestro blog, las esculturas.
Aquí va entonces esta reflexión acerca de:

CLEMENTE XI Y LAS ESTATUAS
El Papa Clemente XI (1700-1721) fortaleció el creciente respeto por las antigüedades clásicas, ratificando los decretos de prohibición de exportación de piezas anticuarias e insistiendo en que cualquier trabajo arqueológico debía ser reportado al Comisionado para las Antiguedades (Francesco Bartoldi) y, además, debía registrarse mediante grabados.
Además, avanzó en la instalación de piezas antiguas en el Vaticano, y en el Palacio de los Conservadores, en el Capitolio. El Patio del Belvedere fue acondicionado también para la recepción de estatuas.
Pero, una iniciativa menos conocida, que no pudo concretar, fue la instalación de una Galleria Lapidaria en la cual serían conservadas las inscripciones paganas y cristianas. También, hizo el primer intento de crear un Museo de Antiguedades Cristianas y adquirió estatuas expuestas a la intemperie en los jardines del Palazzo Cesi, cediéndolas a los Conservadores (se amplió especialmente una sala para ellas). Ël mismo fue un coleccionista privado, tanto de esculturas como de dibujos modernos, y su ejemplo fue seguido por su joven sobrino, el cardenal Alessandro Albani.
Los dos sucesores inmediatos de Clemente XI en el pontificado no continuaron con las prácticas que él inició.