La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

lunes, 29 de mayo de 2017

HOMENAJE A ALBERTO S.J.DE PAULA Y NUEVA PRESENTACIÓN DEL LIBRO "EL CEMENTERIO DE LOMAS DE ZAMORA" DE MARÍA CRISTINA ECHAZARRETA EN EL MUSEO DEL BANCO PROVINCIA


Momento de inicio del homenaje.
Foto Thelema.


Por Imafronte
Mayo de 2017

El pasado 17 de mayo en horas de la tarde, en el Museo del Banco Provincia, ante un grupo de amigos, colegas y colaboradores (fue llamativa, empero, la ausencia de representaciones de algunas instituciones) se tributó un homenaje al Arq. Dr. Alberto S.J.de Paula, quien ocupó la dirección de esa entidad. Del homenaje participó el Dr. Oscar Andrés De Masi, editor senior de nuestro blog, quien compartió la mesa evocativa junto con el ex director del Museo, Ing.º Agustín San Martín, y dos entrañables amigos y colegas del homenajeado, los arquitectos Julio Cacciatore y Ramón Gutierrez. Cada uno de ellos trajo a la memoria un aspecto en particular de la figura de Alberto. Así, Agustín San Martín puso énfasis en la relación de Alberto con la consolidación de ese museo y la posterior formación del fondo documental derivado del archivo y la biblioteca depauliana. Julio Cacciatore, compañero de estudios en la UBA, evocó el carácter afable y erudito de Alberto, sus cualidades intelectuales y la labor compartida en la revista Anales del Instituto de Arte Americano. Ramón Gutierrez evocó también los años universitarios, los primeros trabajos históricos en conjunto con Alberto y su primer viaje a Bahía (Brasil) que fue el punto de partida de su interés por la arquitectura latinoamericana. Finalmente, Oscar Andrés De Masi puso una nota clásica (que bien hubiera sido del agrado del homenajeado) al resumir en dos sentencias, una griega (philomathes, polymathes… si te gusta aprender, aprenderás mucho) y otra latina (in tenue labor… en el mínimo detalle) el ethos intelectual de Alberto de Paula: su amor por el saber y su preocupación por el detalle.




Una carta de salutación remitida por la señora Carmen Beatriz de Paula (Perla), hermana de Alberto, que fue leída por la directora del Museo, Lic. Marina Zurro, aportó una impronta adicional de calidez familiar.


La Lic. Marina Zurro lee una carta remitida por Perla de Paula.
Foto Thelema.


A continuación fue proyectada una versión de siete minutos del documental biográfico Alberto de Paula, semblanza y legado (disponible en versión completa en la web del Museo). Se agradeció la tarea de compresión del footage a la editora Carla De Masi, quien la realizó en pocos días y en forma gratuita, sumándose de este modo al tributo a Alberto.

Seguidamente, comenzó la segunda parte del acto: la presentación del libro de María Cristina Echazarreta, El cementerio de Lomas de Zamora, publicado por Sanmartino ediciones (cuya titular, la Lic. Graciela Sammartino se hallaba presente). La anterior presentación fue cumplida en el mes de marzo en Lomas de Zamora, y ahora se reiteró para el público porteño.

La autora comentó en tono coloquial e intimista aspectos de su prolongada investigación y recalcó la ayuda invalorable que, en su momento, le dispensó Alberto de Paula para la descripción arquitectónica de los panteones y sepulcros. A continuación, el prologuista, Dr. De Masi, enunció el marco general del patrimonio funerario, como reserva identitaria, simbólica, artística, epigráfica y genealógica, destacando la relevancia de este trabajo singular de Echazarreta, el primero en su género para Lomas de Zamora y que insumió tres décadas de preparación. La frase del historiador francés Numa Dionisio Fustel de Coulanges, al pie de los sepulcros nacieron los altares, fue su punto de partida conceptual. Finalmente, el prologuista y la autora recorrieron visualmente el patrimonio del enterratorio a través de imágenes, que ambos comentaron a modo de diálogo.

El acto se prolongó por casi dos horas, y la paciencia y la calidez del público hicieron que el rato pasara más rápidamente. Entre los presentes se encontraban: Claudio Hontakly, Pablo Willemsen, Jorge Cohen, Marcela Asprella, Teresa Margaretic, Eduardo Tenconi Colonna, Susana Gesualdi, Carlos Francavilla, Lucy Acosta, María Elena Tuma, la Dra. Lemes y su joven hija, Juan Carlos Fauvety, Angiie Milena Espinel, Jorge Boselli, Bernardo Lozier Almazán, Horacio Schlauch, Aquilino Gonzalez Podestá, Adela Lanfranco, Cristina Malfa, Rafael Puig, Ruben Chaves, Gustavo Hidalgo, José Luis Scarsi, José Grassi, Norberto Levinton y otros amigos y amigas que ese día recordaron a Alberto de Paula y, by the way, participaron de una auténtica clase magistral acerca del valor identitario del patrimonio funerario.


Los arquitectos Julio Cacciatore y Ramón Gutierrez, 
amigos del homenajeado desde tiempos de estudiantes.


BONUS TRACK:
EL PRÓLOGO PREPARADO POR OSCAR ANDRÉS DE MASI PARA EL LIBRO EL CEMENTERIO DE LOMAS DE ZAMORA DE MARÍA CRISTINA ECHAZARRETA.


Palabras preliminares por Oscar Andrés De Masi


LA FORJA DE ESTE LIBRO, EN LA SOLEDAD DE LOS PRECURSORES

Hoy se ha vuelto fácil y hasta banal hablar del patrimonio funerario, como un capítulo especial dentro del más amplio concepto del patrimonio cultural material e inmaterial. Quizás subsista algún escrúpulo atávico que se deriva del vínculo inextricable entre la memoria funeraria y el hecho irreversible de la muerte. Pero, desligado el patrimonio funerario de los abordajes tanatológicos y sanitarios, y anclado en los aspectos de arte, epigrafía, ritualidad y memoria local, ya no encuentra óbices para un abordaje desprejuiciado, que no siempre es riguroso: así como cualquier cacatúa sueña con la pinta de Carlos Gardel, como advierte el tango, así también, cualquier diletante se atreve a encarar el universo patrimonial de los cementerios, sin estar dotado ni del habitus inclinado al relevamiento en el terreno, ni de las herramientas básicas que provee el conocimiento de la historia local y sus protagonistas más relevantes, del lenguaje simbólico y epigráfico, y de la voluntad expresiva que cada época ha impreso en los monumentos y recintos  sepulcrales.

Cuando Cristina Echazarreta,  quien sí adquirió este hábito y este herramental epistemológico, comenzó a investigar la historia del cementerio de Lomas de Zamora, y a relevar sus diversos componentes materiales, hace ya más de treinta años, pocos hablaban del patrimonio funerario en nuestro medio. Y absolutamente nadie había encarado sistemáticamente el estudio del cementerio de Lomas de Zamora.

Fue ella, en la soledad de los precursores, quien advirtió en aquel enterratorio, una reserva de arte y de memoria identitaria lomense. Sin duda, hubo aquellos cuatro tempranos consejeros (Néstor Onsari, Alberto de Paula, Carlos Duchini y David Wosco) que le señalaron rumbos y le facilitaron fuentes, basados en su visión más amplia de la historia local y en su mayor experiencia en la investigación, el coleccionismo y la crónica periodística. Quien escribe estas líneas no estaba aún intelectualmente maduro para aconsejar a nadie en estas materias, que años más tarde iría a frecuentar desde la teoría y la gestión de los bienes funerarios declarados en el marco de la Ley 12.665.

Pero, maguer aquellos mentores iniciales, (todos ellos ya fallecidos y, por lo mismo, habitantes invisibles del patrimonio funerario), Cristina Echazarreta trabajó sola, en la soledad de los precursores. Su trabajo relativo al cementerio lomense, presentado en las Cuartas Jornadas de Historia Regional, convocadas por el Centro de Estudios Regionales en Monte Grande, en el año 1985, fue pionero.

¿Cuántas veces atravesó el solemne peristilo y caminó por los senderos del enterratorio silente? ¿Cuántos pasos la condujeron al confín intramuros de la necrópolis? ¿Cuántas horas dedicó a fotografiar tumbas y a copiar epitafios? ¿A cuántas personas debió entrevistar en busca del dato preciso o de la anécdota tan verosímil como indemostrable? ¿Cuántos documentos debió ubicar en archivos y cotejar con otras fuentes? ¿Cuántos nombres prolongaron su resonancia como un eco en la mente de Cristina, al regresar a su casa, luego de cada visita al cementerio? ¿Cuántas memorias suprimidas la habrán impactado, al comprobar que, año tras año, el patrimonio material del cementerio sufría (y sufre) una grande rovina, una gran ruina, por utilizar la expresión con la cual Pericle Ducati deploró la pérdida del arte grecorromano? ¿Cuánta paciencia, método y vocación fermentaron en  la autora para desarrollar este trabajo durante más de tres décadas, sin apoyos económicos oficiales, ni becas del CONICET, ni de ninguna otra institución, con la excepción de, apenas, un ámbito de legitimación científica de su "linea de investigación", en el Centro de Estudios Regionales, en aquellos buenos tiempos en que los De Paula, los Onsari y los Pesado Palmieri ejercían roles directivos?

Yo no tengo respuesta para estos interrogantes, pero, para cada uno de ellos, puedo imaginar  las  dimensiones semánticas que encierran las palabras "muchas", "muchos" y "mucha". Sólo esta cualidad superlativa puede explicar y dar sentido a una tarea larga y solitaria, que, por momentos, debió parecer a la autora, una empresa imposible de finiquitar.

Y sin embargo, aquí está ante los lectores el fruto sazonado de su esfuerzo. Un libro que carece de precedentes en el medio historiográfico lomense y que está destinado, por su singularidad y por la calidad investigativa de su contenido, a convertirse en obra de consulta obligada para quienes deseen aproximarse a este tema. ¡Enhorabuena!

La autora nos presenta una historia ordenada del cementerio de Lomas de Zamora, desde su creación, hasta la triste actualidad de su decadencia como conjunto patrimonial funerario que, no obstante, (y debido a las fortalezas, tanto de su complexión estética, como de la identidad de familias, colectividades e instituciones) permanece como referencia de memorias genealógicas locales. Nos habla de las etapas de su construcción, de los cambios en la morfología de sus componentes arquitectónicos principales (pórtico y capilla), y de las obras de mejora de la  infraestructura mortuoria que fueron ocurriendo. Y nos habla, fundamentalmente, de los bienes que definen el carácter del sitio: los sepulcros, ya sean grandes panteones, tumbas monumentales, bóvedas familiares o simples sepulturas en tierra o tumulaciones en nichos. De ellos ofrece una síntesis histórica, artística y topográfica, deteniéndose en la semblanza biográfica de numerosas personas cuyos restos yacen allí. Y al hacerlo, Cristina Echazarreta, no pretende revestir su relato de una pomposa erudición ni de una jerga pseudo crítica que algunos autores suelen  ejercitar como jactancia disciplinar, suponiendo erróneamente, que, desde que en el terreno filosófico muchos pensamientos profundos tienen una expresión oscura, entonces toda expresión oscura ha de encerrar un pensamiento profundo…

Al contrario (y lo destaco enfáticamente) estamos ante una autora que escribe con la misma claridad del habla normal de las personas cultas, y que no desdeña, junto a la data rigurosa que se apoya en las fuentes documentales escritas, ese condimento de la anécdota pintoresca que tantísimas veces descansa en la memoria oral de cuidadores, enterradores y deudos de los difuntos.

La organización del núcleo del contenido del libro, luego de las introducciones cronológicas, siguiendo un criterio "tipológico" de los bienes funerarios relevados (pórtico, capilla, panteones, monumentos sepulcrales, bóvedas familiares, sepulcros simples en tierra o en nicheras, cenotafios, monolitos, equipamiento funcional, paisaje y traza) me parece un acierto metodológico que facilita la lectura. También, la transcripción de algunos epitafios ha de ponderarse como acertada. Sólo queda fuera de este estudio el vasto universo de las placas y lápidas sepulcrales, su epigrafía y su iconografía. Esperamos ansiosos esta segunda parte.

Cristina Echazarreta ha construido, de este modo, un registro del estado presente del cementerio de Lomas de Zamora como un todo-patrimonial que expresa, merced a la semántica funeraria, una memoria identitaria local,  en clave genealógica, ritual, artística, simbólica y epigráfica. Una memoria del "pago chico" que habitan los vivos, pero que se enhebra en el recuerdo y en el ejemplo de los muertos de ese mismo terruño (al fin y al cabo, como dijo Alberdi, los muertos siempre son mejores que los vivos… a juzgar por los epitafios…).

Su ostensible, paulatina y alarmante degradación (por vandalismo de los saqueadores ignorantes, por indiferencia de los niveles de gobierno municipal o por incurría de los descendientes…) redunda en un quebranto social irreversible, que se percibe desde hace varias décadas en ese magma de licuefacción de las identidades locales que  es el Conurbano Bonaerense…donde, poco a poco, si todas las ciudades son cada vez más iguales (y más degradadas) ¿por qué no iban a serlo, también, sus "necrópolis", es decir, sus "ciudades de los muertos"?

En este sentido, el libro de Cristina Echazarreta nos advierte y nos interpela como  comunidad física y metafísica, como cuerpo social y "cuerpo místico", que, pese a la diáspora de muchos lomenses que, desde hace años, mudamos nuestro  domicilio a la Capital, de ninguna manera mudamos nuestro corazón de las viejas y patriarcales Lomas de Zamora, cuyo cementerio (en caso de sobrevivir al naufragio patrimonial) llegará a ser, algún día, el último eslabón en la cadena de ese continuum que nos liga y nos religa a un pasado fundante, pero cada vez más distante.


OADM
Buenos Aires y Lomas de Zamora, agosto de 2016


OADM y María Cristina Echazarreta.
Foto Thelema.






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