La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

viernes, 2 de febrero de 2018

TREINTA AÑOS DESPUÉS DE UNA MEMORABLE EXHIBICIÓN DE ARTE SACRO EN SAN ISIDRO.


Por Oscar Andrés De Masi
Para Viaje a las estatuas
Febrero de 2018

Tengo ante mi vista el prolijo catálogo de la Muestra diocesana de Arte Sacro en San Isidro, que ocurrió entre el 2 y el 11 de diciembre de 1987. Vale decir que hace pocos días se cumplieron  treinta años. Es oportuno recordarla, por el esfuerzo que implicó y por la calidad de las obras expuestas, que, como señala el P.Daniel Estivill en el Prólogo, pertenecían tanto a instituciones de la Iglesia como colecciones privadas o a artistas plásticos vinculados a la diócesis de San Isidro. Cabe agregar que algunas piezas pertenecían, también, al Museo Pueyrredon. Continuaba señalando el prologuista que "todas y cada una de ellas son significativos testimonios de fe según distintos momentos históricos, y constituyen una parte del patrimonio cultural de nuestra sociedad que hoy se pone al servicio de la evangelización. La contemplación de tan admirables expresiones del arte y de la fe nos hace tomar conciencia de la importante herencia religioso-cultural que nuestra generación ha recibido y es al mismo tiempo un desafío a la creatividad de los artistas de hoy…"

La exposición tuvo como marco protocolar y pastoral, la visita al país del Papa Juan Pablo IIº, y movilizó una cantidad de voluntades y acciones. La Comisión organizadora estaba integrada por el Obispo Jorge Cassaretto y, como presidente ejecutivo, el ya mencionado P.Estivill. También formaban parte operativa de la comisión el Dr.Raúl Crespo Montes (fallecido este año), la Sra Carmen Menéndez y la Sra.Beatriz F.de De la Orden. Los vocales eran el Dr.Aníbal Aguirre Saravia (reconocido iconógrafo argentino), el Arquitecto Alberto Bellucci (académico y director por muchos años del Museo Nacional de Arte Decorativo), el Arquitecto Luis Bianchi, el Señor David Bo, el Señor Roberto Taylor, y las señoras Edda Mauro, Marta Saggese, María Valera y Susana Villamil.

Entre los promotores de la exposición se contaban la Comisión Diocesana de Arte Sacro, el Movimiento de Acción Comunitaria y la Fundación San Isidro. El catálogo fue costeado por el Banco de Galicia y Buenos Aires, y los seguros de las obras fueron gestionados por  R.C.& G. S.A.(Rodriguez, Guevara y Crespo).

Las obras expuestas (que abarcaron los rubros Pintura, Imaginería y Platería) fueron prestadas por sus propietarios: Abadía Benedictina de Santa Escolástica, Mario Arrigutti, Arq.Lorenzo Barra, Arq.Luis Bianchi, Dr.Ramiro de la Fuente, Pbro.Santiago Dithurbide, Pbro.Ignacio M. Dodds, Familia Espina, Dr.Alfredo Lisdero, Sr.Ernesto Manili,  Sra.Edda Mauro, Sr.Roberto Miranda, Museo Pueyrredon, Obispado de San Isidro, Parroquias de la Catedral y de San Marcelo, Seminario Diocesano, Dr.Ernesto Olivera, Sr.Alberto Oteiza Quirno, Sra.Susana Pereda de De Bary, Sr.Mario Jorge Sackmann, Sra.Martha Lima de Scalabrini, Sra.María Seeber de Pereda, Sra.Ana María Strazzolini de Rosenberg, Vicaría de la Cultura de la diócesis de Morón.

Las fotografías del catálogo fueron producidas por Caldarella & Banchero; y la composición e impresión se realizó en el Instituto Salesiano de Artes Gráficas de Buenos Aires.

Dejamos para el final la mención de la Galería de Arte que fue sede de la muestra: la Galería del Buen Ayre de la Sra. Carmen Menéndez, ubicada en la avenida Del Libertador 14.350 de la localidad de Martínez.

El catálogo registró un total de 43 piezas: 16 pinturas (entre ellas, una tabla del siglo XIV), 23 piezas de imaginería (siglos XVII, XVIII, XIX y XX) y 4 objetos de platería (estas últimas, de los siglos XIX y XX).

De momento, y a la vista del catálogo, sólo estamos en condiciones de hacer referencia descriptiva e iconológica de las pocas obras  que han sido fotografiadas. Vale la pena que nos detengamos en  algunas de ellas.

1.Ya en la cubierta, nos impacta la Imagen procesional de San Isidro Labrador, del siglo XIX, hecha en madera policromada, aureolada en plata. Su altura es de 1,13 m. Pertenece al Obispado de San Isidro y se custodia en la Catedral. Se ha popularizado como ilustración en las cubiertas de la revista del Instituto Histórico Municipal. Lleva el número de catálogo 35. Se trata de una imagen convencional de San Isidro Labrador, que ofrece dos atributos: en su mano derecha empuña la aguijada con la cual realizó el llamado "milagro de la fuente", y en la mano izquierda, la reja del arado que identifica su tarea como labrador (aunque el aspecto sea más bien el de una espada…). Luce las características ropas pardas, aunque con detalles cortesanos como los bordados  y botones dorados. La camisa, de mangas largas y anchas, abotonada y ceñida por un cinturón, lleva golilla. Y calza borceguíes. La base de la talla también remite en su textura y color al terreno de labranza. Quizá se trate de la representación del momento mismo del célebre milagro. Para quienes se interesen en los aspectos compositivos de esta imagen, les sugiero que presten atención a las lineas diagonales convergentes trazadas por los útiles de labranza, y el acompañamiento direccional en paralelo de la pierna izquierda (y el antebrazo derecho) respecto de la aguijada, y de la leve inclinación de la cabeza con relación a la punta del arado.

 



2.Impacta, también, la pieza número 8, una Virgen con el Niño y la Cruz, del siglo XVIII, de la escuela cuzqueña y con fuerte influencia española. Se trata de un óleo sobre tela de 1,30 m. x 1,30 m., perteneciente a la Parroquia de San Marcelo del Obispado de San Isidro. En el centro aparece la Virgen Victrix Sancta Spes Mater (= Vencedora y Santa Madre de la Esperanza) que sostiene en su regazo al Niño Jesús, el cual exhibe la Cruz como Árbol de la Vida y bendice con la mano derecha.

El conjunto de la Madre y su Hijo (el Verbo hecho carne, Vero caro factum est), está rodado por siete figuras encerradas en anillos, que aluden a la correspondencia simbólica entre la Cruz  (Árbol de Salvación) y los Árboles que en el Antiguo Testamento se asocian a la Sabiduría Divina. Además, por entre las nubes, asoman dos querubines con alas color carmín.



El programa iconográfico echa mano al lenguaje de la emblemática tardobarroca. Vemos, al pie de la Cruz, y como sometidos por ella, a diversos pueblos paganos del Orbe terrestre: uno de ellos ¿es un indígena americano, luciendo penacho de plumas? ¿otro de ellos es un morisco? Al pie, sobre una filacteria desplegada se lee la inscripción latina Sic pereant omnes inimicitur Domine Iudie (= Así perezcan todos los enemigos del Dios de los judíos).

3.Quiero mencionar también, de la colección de Roberto Miranda (a quien hemos tenido muy presente este año por haber restaurado por encomienda de María de los Remedios Olivera Beccar Varela, los muebles del antiguo comedor, felizmente recuperado, de la Quinta "Los Ombúes"), un Angel de la Pasión, talla italiana del siglo XIX, policromada, con ojos de vidrio y paño de pureza y alas esculpidos y dorados a la hoja, cuya altura es de 0, 51 m. La obra es de un excepcional pathos y expresionismo: el ángel sostiene en su mano derecha una cruz y, ante la contemplación del misterio de la Pasión implícito en ella, esboza una mueca de dolor anticipado con su boca entreabierta, ceño y ojos. Lejos de un hieratismo impersonal o estereotipado, el ángel ofrece los rasgos individuales del pequeño modelo que debió posar para el escultor (a diferencia de los imaginemos y "santeros" coloniales y postcoloniales en el medio hispanoamericano, que tallaban de memoria y sin modelo).


4. Un crucifijo del siglo XVIII, (número de catálogo 24), de rasgos lusobrasileños, con su Cristo tallado en madera y aplicación de rubíes a modo de gotas de sangre. La cruz y su pie son de jacarandá. Las cantoneras con forma de tarjas, de plata, rematan los brazos de la cruz. Las ráfagas y resplandores aureolan a la cruz y al crucificado. También es de plata la cartela o filacteria con la inscripción I.N.R.I. Al pierde la cruz, en lugar de la consabida calavera del Gólgota, aparecen dos corazones  finamente labrados en plata. La altura total de la pieza es de 1,20 m. Se lo indica como "colección particular" y me parece que pertenece a la colección Olivera.


5.No quiero omitir una mención a la pintura realizada en tinta multicolor sobre madera que lleva por título Descendimiento de la Cruz y cuyo autor, Jorge Gonzalez Badiali, obtuvo con ella el Primer Premio de la Bienal de Arte Sacro de Morón en 1986. Sus dimensiones son 1,00 m. x 1,00 m. y pertenece a la Vicaría de la Cultura de la diócesis de Morón. Un ejemplo de arte contemporáneo que se enhebra en la mejor tradición de la pintura sacra, con alguna influencia bizantina y románica.


 A treinta años de aquella singular exposición de Arte Sacro en San Isidro, no podemos sino dedicar un recuerdo elogioso y agradecido a sus promotores, organizadores y participantes, y también al público que prestó su atención a las obras y manifestó su sensibilidad estética. Y el episodio cobra un doble valor este mismo año, cuando una obra señera de la arquitectura argentina de vanguardia (que es lo mismo que decir, del arte argentino) situada en Martínez (me estoy refiriendo a la Iglesia de Fátima) ha sido objeto de una intervención en su fachada, ajena a su voluntad de forma original e inexplicable en términos de la estética de ese monumento nacional… Treinta años después, el retroceso sanisidrense en materia de Arte Sacro, es de una lamentable evidencia.



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